Palabras de Laureano Márquez en la presentación del libro “Ellos vivieron en el país porvenir”

Fundación CuatroPés
usercuatrop Sin categoría julio 30, 2016

A manera de preámbulo, le agradeció al autor haber pensado en él para este encuentro y mostró asombro ante la concurrencia masiva del público que se duplicó por el efecto de los espejos en el techo del salón, según indicó.

Quiero referirme primero al título de la novela que tenemos hoy entre manos  “Se llama Ellos vivieron en el país porvenir” y es una cosa complicada porque, ellos vivieron; es pasado, y el país porvenir, no ha venido, entonces, de alguna forma esta novela es como una especie de recuerdos del futuro. El futuro que anhelamos como si fuera ya pasado.

Todos quisiéramos, alguna vez, cortar esos pedazos de nuestra historia individual o colectiva y avanzar hacia una trama mejor. Sobre todo cuando estamos pasando  por esos momentos difíciles que solemos llamar crisis. En Venezuela la crisis ha existido siempre y va a seguir existiendo tal y como narraré la primera historia de la noche.

Esta es la historia de un rey que estaba buscando una frase que le ayudase en los momentos difíciles de su reinado, pero además tenía que ser una frase que cupiese en un huequito que tenía en su anillo. Por tanto, decidió convocar a los filósofos del reino y ellos hacían frases inteligentes, adecuadas y oportunas, pero todas largas, ninguna cabía en el anillo. Entonces, uno de sus sirvientes le dijo: “Majestad, yo creo tener esa frase que le escuché a un sabio y la voy a colocar en el anillo”, cosa que hizo. El rey andaba con su anillo y el momento difícil no tardó en  presentarse, fue cuando un ejército enemigo invadió el reino.  El rey comenzó a huir por el bosque. Sus soldados se le perdieron en el bosque y él llegó al borde de un abismo, sintiendo por detrás el galopar de los caballos de su enemigo. Una situación apta para destapar el anillo, cosa que hizo, sacó la frase que decía: “Ésto también pasará”; meditó  y encontró que tenía sentido. Mientras imaginaba  cómo sería  su muerte,  el rey escuchó que los caballos enemigos se dispersaban. Empezó a regresar y encontró a su ejército. Retomó el reino, y allí sus súbditos  lo recibieron  con apoteosis  y el sirviente se le acercó y le dijo “Majestad, este también es un momento para leer la frase porque todo esto también pasará”.

Esto también pasará, las crisis pasan y vuelven, eso ha sido la historia de los países. Nosotros en Venezuela vivimos en una crisis permanente además tenemos una carga a la cual quisiera referirme. Una visión de nosotros mismos relacionada con nuestra riqueza petrolera, con la riqueza fácil que se instauró  desde nuestro nacimiento.  Cuando Colón llega a Venezuela creyó haber llegado al paraíso terrenal y ustedes saben cuál es su rasgo distintivo; en el paraíso terrenal no se trabaja. Adán no trabaja. No lo hace, porque como diría el negrito del batey, Dios hizo el trabajo como castigo. Aunado a esto Colón nos pone nuestro primer nombre que es de Tierra de Gracia (palabra de origen teológico que significa:  aquello que Dios te da gratuitamente aunque  no lo mereces)  entonces somos  una tierra donde todo tiene que ser gratis  y  no hay que trabajar .

Por ejemplo. De seguro enseguida usted se entera que si tiene cien dólares y un amigo enchufado, vende esos cien dólares en el mercado negro y entonces…”,  es cuando el humorista, multiplica, divide, cambia el valor de la moneda, y repite el proceso hasta dos vueltas, entre las bromas y la hilaridad del público,  hasta que  la cifra inicial de los 100 dólares llega a millones de dólares.

–Yo sé que esto nadie lo está haciendo en Venezuela –pero teóricamente podría hacerse si tenemos instalada en la cabeza la idea de la riqueza fácil. Por el contrario,  países que alguna vez fueron pobres como Israel, Japón o Noruega tienen la riqueza en la cabeza de sus ciudadanos y  nosotros  también deberíamos  entender  que aun cuando  tengamos las reservas  petroleras más grandes del planeta, nosotros somos ricos  porque en  Harvard nuestros estudiantes ganaron el primero y el segundo lugar con su modelo de las Naciones Unidas.

Nosotros soñamos un país y practicamos otro país, más cómodo, más fácil, más oportuno. Pero el que soñamos es un país de justicia, de bondad, de respeto y de decencia. Entonces ¿Eso pasa porque nosotros somos malos?  y la respuesta es: No, nosotros podríamos decir como  Jessica Rabbit en la historia de Roger Rabbit: ‘Yo no soy mala a mí me dibujaron así’. A nosotros nos dibujó así nuestra  historia  y nuestra circunstancia”.

A nosotros nos dibuja así, un Estado que nos obliga a no ser éticos porque no tenemos otra manera de conseguir divisas  y hasta a ser inmorales  porque hay situaciones que te conducen obligatoriamente a esa inmoralidad ( Por ejemplo, la apatía que mostramos en relación a la tragedia de aquellos que mueren por falta de medicamentos para la quimioterapia).  Nosotros vivimos en eso que los latinos denominaban el privilegium (del latín privada- ley ) que se traduciría  como una desobediencia civil interconectada. Y eso, usted no lo puede alterar así como así, porque el país funciona gracias a esa red compleja de desobediencia civil.

Es una novela curiosa, porque es varias cosas a la vez, tiene como hilo conductor un sueño de país, el país que podemos ser, el país del porvenir, y además está vinculada a cosas concretas de ese sueño de país como la Fundación Cuatropés. Son muchas cosas a la vez, creo que los venezolanos estamos echando de menos un proyecto de nación que nos convoque, que nos ponga de acuerdo en lo que queremos ser.

Es una novela orientada a la esperanza. La esperanza en un  futuro mejor, por sí misma, no es suficiente. Tan es así que los griegos la consideraban  como el último mal guardado en la Caja de Pandora y  pensaban que el destino estaba escrito, pero que el hombre tenía la posibilidad  de cambiar  ese  destino  con su creatividad, inteligencia, voluntad y acción, tener la potestad de construir otro destino.

Creo que nosotros tenemos  que reestructurar el alma nacional  la voluntad y la inteligencia creativa pueden suplir la vana esperanza y la participación del individuo, que nosotros logremos recomponer la dispersión de nuestro espíritu para que tengamos un proyecto, un sentido de lo que es la nación de lo que es la esperanza entendida creativamente, y ¿cómo se logra eso? Con la determinación y la voluntad, es imprescindible en el tarea de armarnos,  en el sentido de recomponernos como sociedad.

Aquí les cuento la última historia de la noche: había un incendio en el bosque y todos los animales huían despavoridos, mientras que un pequeño colibrí voló al lago más cercano, llenó su piquito de agua y emprendió vuelo al incendio, un jaguar asombrado le dice que cómo va a pretender apagar el incendio con es poquito de agua y el colibrí respondió: “yo no sé si voy a apagar el incendio, yo solo sé que estoy haciendo lo que tengo que hacer”.

José Antonio Perrella hoy ha hecho lo que tiene que hacer escribirnos este libro para ponernos a reflexionar sobre nuestro destino y cómo creativamente podemos incidir en el para tener un país del porvenir que sea pasado, futuro, esperanza y sueño.