La tormeta perfecta

usercuatrop Sin categoría marzo 4, 2021

Por José Antonio Perrella 4/03/2021

Cuarta entrega

Los empresarios en nuestro país conocen de inflación, y mucho. Desde 1987 el virus de la alta inflación ha convivido entre los venezolanos, y obviamente, en sus empresas. Los tiempos de un dígito de inflación desaparecieron hace más de 34 años, y el promedio anual desde 1987 hasta 2015 fue de 43%.

Los procesos inflacionarios trajeron consigo la capacidad de generar peligrosas distorsiones que fácilmente propician consecuencias extremas, y en Venezuela, esas consecuencias se han vivido todas. Hemos sido testigos, y seguramente víctimas, de procesos de especulación muchas veces irracional y desleal, y también hemos visto tristes procesos de descapitalización que arrasaron con lo que algún día fueron valiosas empresas. Pero hubo también, en nuestras experiencias con la inflación, un aspecto que, más allá de las distorsiones propias que esa enfermedad de la economía genera, se convirtió en una oportunidad que nuestra clase media, que alguna vez fue cuantiosa y poderosa, aprovechó. La inflación combinada con tasas de interés pasivas (subsidios), y en muchos casos con aumento real del valor de los activos (mercado), ayudó a nuestra clase media en la adquisición de viviendas, y hasta segundas viviendas, de vehículos y bienes de capital, activos que luego, cuando la crisis lo destruyó casi todo, se convirtieron en una reserva vital para esa clase media que tenía escrito en su destino un devenir terriblemente inimaginable.

Y ese futuro llegó, y lo hizo además configurándose como la tormenta perfecta. Los venezolanos, indefensos ante la fiereza de esa tormenta, y así sus empresarios, tuvimos que enfrentar una combinación simplemente impensable de eventos: escases extrema de productos; éxodo masivo de compatriotas; pérdida sostenida del PIB; hegemonía de los mercados negros; pérdida del poder adquisitivo; devaluación galopante; inflación destructora de ceros en la moneda; contracción del mercado; y todo esto en medio de la arremetida despiadada de un régimen controlador, obnubilado por ideologías y contaminado por intereses de grupos de poder convertidos en viles bandas. Y los venezolanos, y sus empresarios en medio de las artillerías, llevando sin lugar a dudas la peor de las partes.

Y luego, como resultado obvio de todo lo anterior, la Hiperinflación.

Pensaban los empresarios que conocían de inflación. Pero el fenómeno que implicó sentir, de manera directa los efectos de la Hiperinflación superaron cualquier capacidad de entendimiento. Los preceptos teóricos e incluso los testimonios de quienes podían haber contado sus experiencias en medio de hiperinflación no sirvieron para nada, los venezolanos y sus empresarios, tuvimos que aprender de primera mano, en carne propia, lo que significa no tener nada, no importa cuánto se reciba, de inmediato se convierte en nada.

Quien podía jamás prever una situación tan devastadora. Quién pudo alguna vez prepararse para esto. Y no obstante lo aterrador de lo relatado, el espíritu se fortaleció, el ingenio se expandió, la fortaleza implícita en el alma del emprendedor se multiplicó y tuvimos, estoicamente, que lidiar con esta realidad que lleva ya los últimos siete años de mi vida profesional.