Presentación de la novela El nuevo hombre del país porvenir

usercuatrop Sin categoría agosto 12, 2021

Por Inés Muñoz Aguirre

Escribir no es una tarea fácil, no se trata de tener el “don” o la posibilidad de ordenar ideas, se trata de algo mucho más profundo que mueve la fibra del escritor, quien a partir del momento en que una idea se instala en su cerebro y en sus emociones pasa a ser una especie de esclavo que debe obedecer a múltiples exigencias, incluidas preparación, estudio, disciplina y conocimiento, para avanzar con la seguridad de que lo que escribe, tiene sustancia, cuerpo y alma, porque cada historia terminada vive en sí misma.

Generalmente los escritores somos atrapados por los recuerdos, por ideas que surgen del encuentro con nuestro imaginario, en menor cantidad somos atrapados por el futuro y cuando ello sucede el enfoque que se le da al trabajo de estos autores se encasilla bajo la denominación de ciencia ficción.  ¿Por qué bajo este termino? Porque se define y cito textualmente:  “como un género especulativo que relata acontecimientos posibles desarrollados en un marco imaginario, cuya verosimilitud se fundamenta narrativamente en los campos de las ciencias físicas, naturales y sociales”. Y hago mención a esta definición pensando que en su momento cuando un autor como Julio Verne escribió que llegaríamos a la luna nadie le dio valor a lo que escribía, podría mencionar bajo esta premisa a  Edward Bellamy quien en su obra “Looking Backwards” escrita en 1888 habla del uso de las tarjetas de crédito, o H Well que en su obra escrita en 1904 «Los acorazados terrestres» habla de los tanques de guerra que se usarían en 1914, pero este autor persistente en la temática de su obra habló de las bombas atómicas,  del uso de mensajes de voz  y podría citar una larga lista de autores que se adelantaron a muchos acontecimientos que años después de sus publicaciones, nos ha tocado vivir como George Orwell, Aldox Huxlei,  Ray Bradbury, entre otros.

¿Por qué la literatura nos permite vivir estas experiencias? ¿Por qué nos ofrece la posibilidad como lectores de que llegue a nuestras manos un texto que funciona como una alerta? ¿Y por qué a veces no somos capaces de asimilar dichas alertas? El autor tiende a percibir en lo que lo rodea señales que otros no perciben, no porque seamos diferentes, sino porque somos como esponjas que nutrimos nuestro espíritu de todo cuanto ocurre a nuestro alrededor  e ideas más, o ideas menos, hay las que se quedan rondando, ponen nuestro cerebro a trabajar y disparan la capacidad de contar el cuento. Muchas más cuando de alguna manera formas parte de la historia.

El cuento que contamos adquiere mayor profundidad y perfiles variados que se fundamentan en nuestros intereses personales, en  el conocimiento, en la información que manejamos, en la capacidad de estudio y de investigación. En el tipo de compromiso que tengamos con la vida.

Es así bajo esta premisa que podemos entender la existencia de una novela como la que presentamos hoy titulada “El nuevo hombre del país por venir” , porque allí están reunidas las claves que conforman un compromiso de vida, el conocimiento y la formación profesional de un autor como José Antonio Perrella.

El nos cuenta su cuento conduciéndonos en primera instancia a vivir lo que el percibe de su entorno, de esa sociedad que no deja de sorprendernos cada vez que somos capaces de observar todos sus matices. Es capaz de dar continuidad a una idea y fomenta en sus lectores las posibilidades de mirar el futuro, y comenzar a vivirlo a través de la experiencia de sus personajes.

De allí que yo no vea esta segunda novela sin la previa existencia de la primera: “El país porvenir”, porque ella nos ubica en el momento en el que los ciudadanos comenzamos a vernos con resquemor de una acera a la otra, adoptamos  una neo lengua, nos acercamos a un imaginario que nos vendió un cuenta cuentos oral. Esta primera novela se construye sobre la base de una sociedad disminuida emocional y síquicamente, una sociedad donde la desesperanza se instaló, sacando a flote nuestras mayores debilidades, entre ellas la incapacidad para asumir nuestras propias responsabilidades.  Cuando enumeramos tales circunstancias entendemos que cuando el poder deslumbra a quienes lo ejercen, entre las primeras acciones que pondrán en marcha es la de estimular la ignorancia en un pueblo que termina por depositar toda responsabilidad en sus gobernantes, reconociéndolo como un pater family, frente al cual se somete a esperar la dádiva.

Todos estos procesos tenemos que entenderlos para salir de ellos. Por eso, ya lo dije una vez  al hablar de la novela  “Ellos vivieron el país porvenir”, José Antonio comienza su historia en el 2030, el autor nos habla de que para salir del Socialismo del Siglo XXI, atravesamos un periodo de transición y cuatro gobiernos de consolidación. José Antonio no escribe de la tierra prometida, pero a través de su lectura descubres la invitación a que la salida de la situación en que nos encontramos será algo real en la medida en que aceptemos que  no hay vuelta atrás, que cualquier propuesta, idea o reflexión tiene que partir de la base de la construcción con el futuro por delante. “Ellos vivieron el país porvenir “nos habla también de que todo pasa, No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista, pero no podemos  quedarnos con la primera parte del dicho que es la interpretación más cómoda del mismo, hay que asumir la segunda parte, para que un cuerpo resista a un mal hay que trabajar por su sanación.

Cuando leí esa primera novela de Perrella, me planteé que no quería acercarme a ella como una utopía y asumí el llamado a abrir los sentidos, reconocernos, documentarnos y despertar el tesoro del conocimiento y su ejercicio a través de la ciudadanía. Si estas ideas lograban asentarse en un lector cualquiera, es de imaginar el movimiento interno y permanente en su autor. Por ello no me sorprende la aparición de “El nuevo hombre del país porvenir”, convirtiendo aun más interesante su aparición cuando, entiendes que no necesariamente se tiene que leer un libro para entender el otro, porque una de las virtudes en que son tan independientes como los personajes que las protagonizan.

La historia se inicia con tres capítulos cortos que son fáciles y rápidos de leer. El juego de alternar la vida de Joaquin, Willyadh José y Jazmín le da agilidad y contribuye a construir la expectativa de quienes entrando en plena adolescencia, ya que están cumpliendo años cuando se inicia la historia, nos llevan a tres mundos paralelos pero diversos, eso sí a partir de allí el lector tiene que estar muy atento ante la profusión de personajes que se pasean por esta historia.

Por supuesto como el tiempo pasa, los tres adolescentes crecen y les tocará vivir la Venezuela revolucionaria, la de los negocios, fiestas, encuentros y desencuentros que marcan la vida de cada uno de ellos.  El viaje que cada uno realiza a lo largo de la historia no es un viaje de sorpresas,  porque de una u otra manera lo que hacen,  como participan y lo que los rodea, han marcado los últimos años de la historia del país. Esa es una gran diferencia con los autores mencionados de la ciencia ficción, que imaginaban, no vivían lo que contaban.  Lo importante es que no hay duda de que en el momento preciso Perrella nos obligará  a asumir  que todo en la vida tiene un fin, que existen las posibilidades de re-encuentro y reconocimiento hacia un país mucho más claro en su forma de accionar.

Esta novela  nos ubica en la pots revolución y a través de los tres personajes que podríamos considerar los hilos que nos conducen hacia una visión en positivo, también recorreremos el trayecto hacia un país que resurge de las cenizas y en el que se empieza a experimentar el cambio con la desaparición del supuesto “hombre nuevo”, aquel que nos quisieron imponer.

Aquí vale la pena recordar las dos acepciones más proclamadas de este término, la primera acuñada por el Che Guevara, quien habla de una profunda y radical transformación de los hombres, de su conciencia, costumbres, valores y hábitos, de sus relaciones sociales. Indica que una Revolución sólo es auténtica cuando es capaz de crear un «Hombre Nuevo» y este, para Guevara vendrá a ser el hombre en el siglo XXI.  Un completo revolucionario implementa todo su tiempo en una lucha por el bienestar social, un revolucionario debe sentir la misma -revolución- como tal, para trabajar con esmero. Debe definir de manera precisa los sentimientos, impulsado por grandes cantidades de amor aunado a un gran espíritu apasionado; para así realizar un caudal de acciones y hechos concretos orientados hacia un solo objetivo, lograr mejoras en el ambiente social. Además tener una mente fría, seguir las líneas marxistas y un entusiasmo combativo.

Y también nos encontramos con la definición del  Hombre nuevo, en el cristianismo, que se refiere a cuando el creyente, al bautizarse, se despojaba del «hombre viejo» y emergía de las aguas revestido en otro «hombre» que viviría en forma nueva y alcanzaría el cielo.

Lo cierto es que José Antonio Perrella da la vuelta a estos conceptos y nos plantea su “nuevo hombre”

Asumir responsabilidades, respeto, integridad, recuperación de valores, participación, que yo resumiría en el verdadero ejercicio de la ciudadanía que significa conocer nuestros deberes y derechos y ejercerlos por igual.

Al comienzo de esta charla recordé a autores a quienes en su momento no se les creyó lo que escribían, que la imaginación fuera capaz de concretar imágenes que le permitieran tener referencias de lo que podía significar dar la vuelta al mundo, por ejemplo, era casi un imposible. Precisamente porque creo que eso tiene que ver con mi concepción de que la musa no existe y que dependemos de nuestros archivos de referencias, en algún espacio recóndito de la imaginación de cada uno de ellos y sin que podamos decir con certeza por qué  existían unas referencias para escribir lo que escribieron,  para Perrella como autor y para nosotros como lectores recurrir a nuestro imaginario para entender ese “nuevo hombre” y ese país que queremos, se nos hace posible porque todos hemos vivido el mismo país de Joaquin,  Willyahj José y Jazmín. Todos hemos visto desaparecer instituciones, quebrar empresas, expropiar bienes que eran productivos, encarcelar gente por posiciones políticas, acabar con los sistemas económicos, de salud, arruinar la principal industria del país como lo fue la petrolera, destruir en general lo que se conoce como el aparato productivo, pero además socavar el espíritu de los más humildes hasta arruinarlos moralmente, corromper a los trabajadores de todos los estratos quienes sometidos a sueldos miserables buscan todas las formas posibles para obtener el dinero sin contemplaciones, han despertado el sentimiento de impotencia, de este no es mi problema yo me voy y que resuelva otro, y han instalado en un pueblo que se excedía por alegre, la tristeza y la desesperanza. Toda esta lista y mucho más es nuestro gran tesoro en este momento como lo plantea la novela, porque creo que para una gran mayoría es una referencia de lo que no queremos.

La palabra revolución también tiene distintas acepciones, se habla de que “representa un cambio violento y radical en las instituciones políticas de una sociedad” y de un “cambio brusco en el ámbito social, económico o moral de una sociedad.  Siendo así, esta novela de José Antonio Perrella nos llama a asumir nuestra propia revolución, urge cambiar, pero a su vez con la conciencia de lo gradual, de que hay que trabajar desde el fondo de nuestro espíritu, de nuestro conocimiento, de la capacidad de proponer las acciones necesarias, de transformar el país.

Joaquin Retegi personaje de la novela, hace referencia a todos estos pensamientos, resumidos en los siguientes párrafos:

….”demasiado dolor, sangre, alegrías, esperanza. El tiempo transcurrió. Había noticias nuevas, eventos, futuro y trabajo por delante…dos de mis primos regresaron al país, y dos o tres primos segundos también se instalaron otra vez aquí, ese sentimiento de reencuentro con las raíces y con la gente nos ha reunido y como nunca siento por ellos afecto y cercanía. Mis padres prometieron venir a Venezuela con frecuencia. Yo sé que en uno de esos viajes decidirán quedarse, este país empieza a convertirse de manera determinante en ese terruño al cual todos los que mantuvieron  el hilo del afecto, del recuerdo, desean regresar. Hoy es una nación  más normal, sé que pronto será mejor y en unos años empezará a ser ejemplo universal de resiliencia social, y allí mis padres, mis tíos y mis primos volverán a verlo con orgullo”.

Esta es solo la posición de uno de los personajes, hay que leer “El nuevo hombre del país por venir”, para descubrirnos en ella, para entender que los sueños no se hacen realidad, si no ayudamos a construirlos, que entendiendo de que si somos capaces de convertir esta novela en una realidad no será porque tenemos un autor que hace predicciones, sino porque somos capaces de asumir nuestra responsabilidad.

José Antonio Perrella, es de esas personas que jamás ni en las peores circunstancias ha dejado su responsabilidad a un lado, por eso trabaja como lo hace, desarrolla una acción social a través de la Fundación Cuatropes, pero además escribe. Él ha tenido la capacidad de encontrar los pro y los contras y de mirar hacia el futuro. A mi entender los dos libros de Perrella, responden a una de las mayores capacidades que no puede perderse en tiempos de guerra, la capacidad de análisis, la posibilidad de reconocer lo bueno o lo malo en los del otro bando, para a partir de ese reconocimiento construir el país que nos regala a través de sus páginas, ahora nos toca a nosotros hacerlo realidad.